Para Marta
Acostumbro levantarme temprano,
a preparar el té.
Ella duerme en la habitación
y la vigilo desde la cocina.
Noté un día,
que ella me observaba
sin que me diera cuenta,
sonreí y serví su taza.
Cuando nos acostamos nuevamente
le pregunté
- ¿Siempre has fingido que duermes?
Ella toma un sorbo de su taza,
sonriente me responde:
¿Qué puede importar?
- Si ése es el caso, no importa que me tome
tantas molestias
para no despertarte.
Ella me mira con sus enormes ojos
y acariciándome cariñosamente el pecho,
responde:
No por favor, sigamos fingiendo.
¿ Acaso no éramos felices así?.
Y así, es como aún continuo
con mi vieja costumbre,
mientras ella duerme en la cama.
Observándome.
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