Su vida En 1992, justo cuando el
punk parecía que estaba al borde de la muerte, Nirvan
a
restableció ese sentimiento de joven rebeldía a la multitud con el
resonante anti-himno “Smells Like Teen Spirit” y el legendario álbum “Nevermind”.
Los dos elocuentemente se metieron en el gran grupo de los
menos-de-treinta y en el proceso le dieron fuego al movimiento comercial
del rock alternativo, estableciendo al confundido
cantante/guitarrista/escritor Kurt Cobain como la maldispuesta voz de una
nueva generación. Bendecido con el don de articular su dolor y enojo en
conmovedoras canciones metálicas que pasaron por encima del genero del
grunge que su banda había traído a las casas de todos, Cobain – quien
diariamente luchaba con depresión, una enfermedad crónica del estomago y
la adición a la heroína - entró perfectamente a la imagen de un seriamente
confundido icono del rock moderno.
Su negatividad a explotar ese rol y
su actitud irrelevante para con su popularidad, lo hicieron aun más
perfecto para eso- como también su trágico suicidio lo hizo en 1994.
Cobain se crió en un barrio de leñadores de Washington llamado Aberdeen,
ya con índices de solitario como fruto de la falta de un hogar de dos
padres. Le encantaba Los Beatles, Led Zeppelin y KISS y encontró un alma y
espíritu que amaba la música en Chris Novoselic, quien eventualmente se
transformaría en el bajista de Nirvana. En 1988, Nirvana, que en ese
entonces incluía al baterista Chad Channing, firmó con la independiente
empresa discográfica SubPop y lanzaron su debut “Love Buzz”. El álbum
debut del grupo, “Bleach”, grabado con $600 usd, salió al año y fue
considerado un hit a nivel undergroud, vendiendo 35,000 copias y
comenzando una guerr
a
entre las empresas discográficas más importantes por su firma. La banda
eventualmente terminó firmando
con Geffen. Su álbum debut con Geffen en 1992, “Nevermind”,
fue un sorpresivo éxito con la multitud, vendiendo más de 10 millones de
copias.
Viéndolo ahora, no es difícil darse
cuenta porque. A pesar de la actitud anti-comercial de la banda, su
increíblemente cruda e irresistiblemente melódicas canciones como “Lithium”,
“Breed” y “Something in the Way” dejaron como irrelevantes a las
diferencias. Y la agresiva pero igualmente rítmica sección de Novoselic y
de su nuevo baterista Dave Grohl ayudaron a dar a la banda una atracción
que iba más allá de solo los amantes del rock, como así también lo hacia
la producción de Buth Vig. Pero el éxito masivo del grupo fue tanto una
maldición como una bendición para Cobain, a quien la incomodidad con el
estrellato le creo profundos conflictos internos que jamás resolvería.
Mientras tanto, su controversial relación y eventual casamiento con la
cantante principal del grupo “Hole”, Courtney Love, pasó a ser de interés
para la prensa amarilla, aumentando así su incomodidad con la fama.
“In Utero” – que salió después de “Incesticide”, una colección de
lanzamientos individuales y material crudo – llegó en Septiembre de 1993 y
fue una impresionante continuación. “Heart-Shaped Box”, “Rape Me”, “Dumb”
y “All Apologies” expandieron los parámetros del oficio de canción del
grupo, todo mientras llevando un aire distintivo de melancolía que ahora
se ve aun más intenso cuando se lo ve con el eventual destino de Cobain.
Pero el éxito de la música
fue casi totalmente tapado por los constantes informes de la adi
ción
a la heroína de Cobain y las acciones de su esposa – la más famosa quizás
siendo el comentario de Love en la revista Vanity Fair donde dijo que
había usado heroína cuando estaba embarazada de su hija Frances Bean. En
el último año de su vida,
Cobain sufrió de por lo menos tres sobre dosis de heroína, terminando con
una casi fatal en Roma el 4 de Marzo de 1994. Fue encontrado sin vida en
su casa en Seattle el 8 de Abril, aparentemente por un tiro de escopeta
que el mismo efectuó. La noticia de su muerte propulso un inmenso pesar
que se le pareció a lo que siguió después de la muerte de John Lennon una
década y media antes. Mostró lo profundo que las torturas de Cobain
llegaron a su publico. Seis meses después, Geffen lanzó el disco “MTV
Unplugged en New York,” seguido por el álbum en vivo “From the Muddy Banks
of the Wishkah”, demostrando la vitalidad que dejo la carrera de Nirvana.
EL GRUNGE HA MUERTO
Realmente es curioso observar como
persisten los intentos por comerciar aún con los restos de una época que
no volverá. El reciente lanzamiento del corte “You know you´re right” de
Nirvana como material inédito de la banda de Seattle es otro ejemplo de
esta necesidad de mantener vigente a gloriosas imágenes del pasado. Así,
se buscan desenfrenadamente acordes sueltos, estribillos alguna vez
ensayados y voces descartadas, para construir un experimento edificado
sobre la nada, o peor aún, sobre un cementerio abandonado. Evidentemente
resulta complicado asumir que existen ciclos que se cumplen y que por eso
debemos permitir que la música continúe su camino y que las personas opten
por aspectos y posturas que mejor las representen.
A la muerte de Kurt Cobain y la consiguiente disolución
de Nirvana, le siguieron
las,
en ese entonces, impensadas metamorfosis que sufrieron los diferentes
grupos que integraban, o al menos rozaban, ese estilo denominado grunge o,
por algunos otros, “punk alternativo”. Basta una simple revisión y un
repaso de la actualidad de aquellos que alguna vez fueron los máximos
exponentes de este estilo para confirmar que hace tiempo, en el grunge,
todo acabó.
Por ejemplo, de aquellos salvajes The
Offspring del disco “Smash” sólo nos quedan pequeños recuerdos que cada
tanto la MTV se encarga de rescatar de sus viejos baúles cargados de
nostalgias y soluciones rápidas ante la ausencia de material nuevo.
Offspring, luego de su etapa “alternativa”, centró sus esfuerzos y su
experiencia en construir canciones para jovencitas y adolescentes que
viven sus años locos burlando policías y manejando autos veloces sin,
obviamente, licencia para conducir. Algo similar mostró Smashing Pumpkins
en su tema “1979”, dejándonos ver la creatividad que domina a los jóvenes
estadounidenses, capaces de vivir historias complejas y excitantes en una
fiesta privada o en los fríos pasillos de un supermercado. Otro recurso de
diversión pueden ser las aventuras que, sólo en las escaleras mecánicas de
un shopping, adquieren la dimensión de apasionantes. Último ejemplo de
esto: la pequeña Avril Lavigne (para algunos la nueva Alanis Morisette),
aunque bien este desliz podría perdonársele dado que la chica es
canadiense.
Pero sin desviarnos del tema
principal, también vale recordar a otra banda que, en aquellos lejanos
90, parecía destinada a dominar la escena musical y que hoy sólo es un
difuso recuerdo de esa década: Green Day. Comenzaron dando muestras de una
potencia y una creatividad que prometía mucho, su disco debut, “Nookie”,
se impuso con autoridad sobre todo lo que sonaba en ese momento de la mano
del corte “Basket Case”. Pero parece que estos agresivos muchachos
gastaron todo su poder de invención en este primer trabajo, dado que,
luego de discos absurdos y repletos de ritmos y letras previsibles como “Nimrob”,
cayeron de su posición de privilegio para luego ubicarse en un sitio
similar al de Offspring: canciones insípidas y que hablan, además de cómo
dominar un skate, del desamor que sufren los chicos duros y rebeldes.
Es cierto que la movida grunge
representó a una juventud y a un público de un determinado momento
histórico, pero cierto también es que el derrumbe del estilo fue producto,
lisa y llanamente, de la mediocridad de muchas de las bandas que
continuaron el camino marcado p
or
Cobain. Disco a disco, demostraron que solo fueron productos de una
casualidad, o mejor dicho, que solo fueron producto de Nirvana.
Pero aún resta mencionar al grupo que,
durante algún tiempo, se animó a disputarle el trono a Nirvana en los días
de “Nevermind”. Tal vez la única agrupación que aún mantiene algo de su
prestigio. Prestigio que sus integrantes han sabido mantener por una
simple cuestión: la banda se apartó de su estilo inicial. Reconocidos,
además, por sus obras posteriores al furor grunge, Pearl Jam es quizás la
única formación que resistió al derrumbe que sufrió el movimiento luego de
la muerte de Cobain. Lentamente fueron modificando su estilo, de tal forma
que hoy resulte casi imposible asociar a esta banda de composiciones
suaves, piezas acústicas y cabello corto con aquellos aguerridos y
furiosos músicos que editaron “Ten”, un verdadero disco de colección. Los
comandados por Eddie Vedder bajaron la potencia rítmica que caracterizó su
época de duelos con Nirvana para hoy componer un material que reúne
texturas diferentes pero que no deja de mostrarse ambicioso y prometedor.
Pearl Jam, al parecer, fue la única banda que logró discernir a tiempo que
la furia grunge sólo sería una página efímera en la historia del rock y
que, si su intención era perdurar en el mercado musical, debía ajustarse a
la experimentación en estilos y sonidos diferentes.
Pero todo intento de revisión siempre tiene
un ejemplo gracioso y patético para ofrecer, y en este caso, el ejemplo
recibe el nombre de Foo Fighters.
Muy bien por Dave Grohl que, nadando
en los billetes que le dejó su experiencia en Nirvana, continúa luchando
denodadamente por crear una banda de rock. Si buscáramos un atributo que
mejor definiera a este joven ex baterista, tal vez la persistencia podría
postularse como la característica que mejor le sienta. Persistencia en
intentar tocar la guitarra, cantar, componer, etc. Y también persistencia
en revivir cadáveres, como lo ha hecho con este último lanzamiento de
Nirvana, al que le antecede otro disco similar, y por el que se paga un
dinero excesivo, como si Cobain, Novoselic y Grohl nos regalaran en este
trabajo el último fragmento de “Smells like teen Spirit”. Otro muy bien
para Novoselic, quién desde las sombras sigue agitando la marioneta de
Cobain cada vez que su cuenta bancaria registra la pérdida de un par de
dólares. Pero las obligaciones de pago no sólo acosan a estos dos ex
compañeros de Cobain, también ingresa en esta terna la viuda de Kurt, la
exuberante Courtney Love, alguna vez al frente de “Hole”, otro lamentable
experimento inspirado en Nirvana y sujeto a un triste guión
redactado por Billy
Corgan, vocalista de los desaparecidos Smashing Pumpkins. De esta forma,
se observa la triste descendencia que dejó un compositor como pocos al
frente de un grupo que bien supo exponer su arte en el momento adecuado.
Ya no queda nada nuevo por mostrar, ni siquiera aquellas tomas de estudio
descartadas por Cobain, a las que el vocalista y guitarrista no
consideraba dignas de ser editadas pero que hoy se venden como si su
legado y su voluntad no importaran. De nada sirve retocar, una y otra vez,
voces e instrumentos que no fueron pensados para ser plasmados en un
disco. Afortunadamente, en este caso, siempre el cliente tiene la razón, y
las magras ventas que el disco “Nirvana” está obteniendo son una muestra
de ello. Es tiempo de asumir la triste realidad de que ya nada volverá a
ser como antes y también respetar los preceptos de Cobain, quién bajo
ningún aspecto hubiera permitido que mantuvieran con vida a una banda y a
un movimiento que, como él, debían morir en la década del 90. La escena
actual demuestra que tan acertada fue su postura, el presente de aquellos
que sobrevivieron a la caída del grunge confirma lo dicho. Ya es hora de
que Cobain descanse en paz y de que la huella que dejó en la historia del
rock no sea pisoteada y cubierta de basura por aquellos que lograron un
nombre merced al éxito que obtuvo Nirvana. Señores, el grunge murió con
Kurt Cobain, y por respeto a su obra y su talento, deberíamos, de una vez
por todas, darle santa sepultura. Está bien que así sea.
Patricio
Eleisegui