Cocina Práctica

 

    Pues vieras que complicado salió todo. Nuestras ocupaciones salieron a relucir, y por cierto brillaron. Era normal, cómo no entenderlo. Digo, viéndolo del punto de vista polifuncional desgajándolo en sus partes (esas partes tan carentes de si, que sólo son apreciables desde fuera –que es desde dentro para el que habla- ) era obvio que no veríamos más quel esqueletito quietecito, así, como lleno de ternura. Libre de babas y de olores, pero bueno. Lo que quería decirte es que todo se complico, para empezar, los frijoles se me cayeron en la bañera, lo cual no es malo, digo, ya sabías que las ollas estaban viejas y que Esteban no lo soportaría más pero, ese Esteban siempre ha sido tan irritable. Pero bueno, los frijoles se me cayeron a la bañera y yo estaba casi por darme muerto cuando recordé que afuera de la casa estaba la pala, y pues con la pala podría quitar los frijoles que eran muchos y guardarlos para la olla vieja. Pero Esteban, que inoportuno, te acuerdas cuando llegando de la fiesta de los Álvarez el desgraciado se atrevió a decirme que era un inculto porque no me gusta Gardel, pero no es mi culpa, no me gustan los tangos y ni modo, a mi me gusta la música de elevadores, esa que sin intentar recuerdas, pero Esteban, que horror de tipo, se aparece cuando yo estaba levantando los frijoles y me grita que soy un inútil, y yo no puedo soportar que me digan inútil y me puse a llorar, y ves que no lloro pero cuando lloro lo hago sin pudor, como niñito regañado, y entonces el hijo de (sé que no te gusta que diga groserías así que no lo voy a hacer) me molestó diciendo que era una niñita y eso no se le dice a nadie, y yo con la pala y el con su cabeza y pues la pala ganó y el se quedo temblando en el suelo. Como no sabía qué hacer, lo metí con los frijoles y esperé a que se me ocurriera algo, no puedo pensar bajo presión así que me salí a la tienda a fumarme un cigarrito y don Miguel, el de la tienda me saludo muy contento y me vio los ojos rojos y se preocupo (que lindo don Miguel, habrá que invitarlo a las fiestas) y me puse a platicar con él quien sabe que cosas cuando me agarro el recuerdo de Esteban y pues fui a verlo corriendo con la prisa, quizá se hubiera levantado y se molestaría porque lo dejé ahí con los frijoles. Pero para mi grata sorpresa seguía ahí, quietecito, mojado, con frijoles hasta por los huequitos de la nariz. Me dio risa, te tengo que ser honesto, casi me caigo de la risa cuando lo vi con los frijoles en la nariz, inmóvil el pobre, quieto, muerto. Y tú sabes que no soy mala persona y cualquiera en la cuadra te lo puede decir. Hasta Carmela, la viejita que apedrea a los niños, ella me quiere, no me lo dice pero cuando me avienta piedras lo hace más despacito y no me saca moretones. A los otros les rompe la cabeza y sangran, a mi no, de hecho, hay veces que juraría que la veo sonriéndome, no como Esteban que estaba en la bañera con frijoles en la nariz. Malo Esteban, eso te pasa por ser malo y burlarte de mi, y eso me pasa a mi por dejarme y tener que golpearte con la pala en la cabeza y ver como dentro de un tiempo te saldrán raíces por la narizota. Pero no podía dejarlo al Esteban ahí y que tú lo vieras, no podía, así que fui por el cuchillo de carne, tu cuchillo, no te enojes, y lo partí en pedacitos chiquititos y recogí los frijoles y los metí a la olla junto con los pedacitos e hice un guiso de esos que te gusta vender, y le puse mucho chile y olía bien rico, y cuando estaba listo se lo llevé a los borrachos de esa cantina que no te gustan y son groseros, se los regalé y ellos se lo comieron, ojalá les caiga mal, Esteban era malo y seguramente les caerá mal al estomago y ellos se enfermarán y ya no irán a la cantina y ya no te molestarán. Y bueno eso era todo, quería que supieras que limpié todo, tal como a ti te gusta ver las cosas, puse todo en orden. Te hubieras sentido orgullosa, lo que sobró se lo di a los perros...

 

 


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