Erostrato pastor en Efeso, sueña con la Gloria
Pasan los días,
las aguas del Caístro pasan y se pierden en la mar.
En lo alto del acantilado gimen los vientos del norte,
traen nombres de ciudades lejanas
que se deforman contra las rocas puntiagudas.
Así se pierde todo.
Todo se va deformando contra las rocas y el viento.
Así pasa la vida de los hombres,
semejante a la vida de animales dormidos.
He quebrado la flauta que me regalo Apolo,
ya nunca mas seré pastor de este rebaño
de dulces animales.
Tampoco consigue tentarme el endeble cetro de los
hombres
_otros dulces animales somnolientos_.
Quiero un nombre indeleble como el fuego,
que ante él se inclinen los dioses.
Quiero ser Erostrato, inmortal,
pastor de la apacible manada en que los dioses
reposan.
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