Florencia Delirante


Ingresado: 03 Mayo 2007 Lugar: Argentina
Conectado: Desconectado Mensajes: 421
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Escrito el: 10 Julio 2008 a las 22:59 | IP registrada
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EL HOMICIDA PERSEGUIDO
En el fondo del patio de mi casa
su cadáver descansa relajado
Y sus ronquidos me desvelan toda la noche.
De haberlo sabido, la entierro en otra parte
o la mato dos veces ...por sí acaso
No es posible que hasta después de muerta
me siga molestando.
INSISTENCIA INNECESARIA
Otra vez ! exclamó insatisfecha y muy disgustada.
Dale con preguntarme lo mismo, como si no lo supieran.
Es verdad que anoche me arranqué del manicomio y que me llamo Libertad
y que les pido a todos que me violen.
Son unos hipócritas de primera, porque todos me desean.
Entonces, para qué tanto revuelo: me poseen,
disfrutan de mi locura y corren a jactarse con sus amigos.
Entonces, se dan cuenta, la interrogación resulta vana.
EL SUICIDIO DE UN POETA
El pobre poeta, pobre como una rata, pero enamorado de su oficio, no sabía ya si vivir
o suicidarse.
Tenía hambre y estaba cansado de tanta incomprensión y de los sordos de siempre.
No había nada claro en el horizonte. Además, como todo el mundo lo sabe, estos tiempos
no son nada propicios para un artista.
Así es que miró el río desde el puente y dejó que por su cabeza pasaran muchas cosas.
Pasaron unos asados exquisitos, pasaron unos viajes increíbles y pasaron también
unas mujeres deliciosas.
No lo soporto más, se dijo, temblando, no lo soporto. Yo me suicido ahora mismo. Estoy harto.
Mañana aceptaré el ofrecimiento de mis amigos y me convertiré en un empleado de
una tienda del comercio.
Acto seguido, arrojó sus poemas a las oscura aguas turbulentas.
LA SUPLICA
Señor, le rogó:
Quítame lo que me sobra
Dame lo que me falta.
Y en eso quedó mudo.
Y le instalaron un cerebro.
HUIDA FRUSTRADA
Con el corazón en la mano y el susto aún dibujado en el rostro,
escapó como una loca de los que le perseguían.
Pero, los fantasmas la siguieron calle abajo. Entonces, dobló la esquina
y se escondió detrás de una puerta, hasta que llegó el amanecer.
Se habrán ido - exclamó en voz alta - Y una voz le respondió: No,
aún te estamos esperando.
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